Publicado originalmente en Semanario Universidad.
El costarricense es emprendedor. No lo digo yo, lo dicen los números. 8 de cada 10 negocios son microempresas, y si sumamos pequeñas (12,5%) y medianas (4%) empresas, vemos que la mayor parte de nuestra actividad económica nace del emprendimiento (MEIC, 2021). Sin embargo, es crucial reconocer que, en muchos casos, se emprende por necesidad, no por oportunidad.
Cuando se habla de política pública para la creación de empleos formales, a menudo se comete un error: analizar el desempleo y la informalidad como fenómenos separados. En realidad, deberíamos hablar de una sola cosa: la oportunidad de empleo formal. Esta incluye a las personas desempleadas, a quienes tienen empleos informales y a una fracción significativa de quienes hoy están fuera de la fuerza laboral, pero podrían trabajar si existieran las condiciones adecuadas.
Según la Encuesta Continua de Empleo (INEC, 2025), hay 825 mil personas en empleo informal,178 mil desempleadas, y un 43,6% de la población en edad de trabajar fuera de la fuerza laboral. Si bajamos ese porcentaje más cerca del promedio en la OCDE, tendríamos unos 195 mil más. Es decir, tenemos un techo teórico de crecimiento de empleos formales en el sector privado de ~1,2 millones de personas que podrían integrarse al mercado laboral formal si el entorno lo permitiera. Para dimensionar, consideremos que hoy tenemos cerca de 1 millón de empleos formales en el sector privado.
Más empleos formales no solo representan más dignidad y estabilidad para millones. También se convierten en mayor recaudación fiscal. Si nos importan los programas sociales, nos debería importar que ese millón y resto de personas entre al sistema formal desde el sector privado.
Además de la inversión extranjera directa, necesitamos más negocios formales naciendo y creciendo en el país. Hoy, apenas un 5% de las microempresas logra crecer como pequeña empresa. De las pequeñas, solo un 8-10% pasa a medianas y grandes. La mayoría muere en el intento. Además, no basta con negocios tradicionales, necesitamos startups tecnológicas, empresas exportadoras, empleo de alto valor, y creación de ecosistemas que generen transferencia de conocimiento.
Las cosas hay que llamarlas por su nombre: El Estado no ayuda al emprendedor, de hecho, lo sabotea. Ocupamos el último lugar de la OCDE en facilidad administrativa para abrir negocios, y sexto peor en competencia de mercados, según el indicador de Regulación del Mercado de Productos (PMR). En el índice NECI (2024), sólo superamos a países como Marruecos, Venezuela o Bielorrusia (puesto 46 de 53 economías).
A toda esa complejidad regulatoria y administrativa, sumemosle que al final del día, una empresa formal le termina entregando al Estado casi 6 de cada 10 colones que gana (Banco Mundial, 2020).
¿Queremos un país competitivo, justo, que genere empleo y sostenga sus programas sociales? Entonces debemos tomar decisiones valientes. Aquí unas reformas que cambiarían el juego:
- Tope del 25% a las cargas sociales: hoy superan el 37%. Financiar programas sociales con cargas laborales es regresivo, encarece la formalidad e incentiva la evasión. Un tope razonable ampliaría la base contributiva.
- Impuesto único del 20%, sin exenciones ni regímenes especiales, salvo zona franca: Un sistema plano y simple estimula la inversión y reduce la evasión.
- Apertura eléctrica: Para reducir el costo de $0.25/kWh a ~$0.12/kWh para ser competitivo con economías que se están llevando nuestra manufactura avanzada.
- Justicia civil y comercial en 90 días máximo: Hoy un juicio puede tardar hasta 5 años. Necesitamos procesos orales, digitales y con tribunales especializados.
- Tasa del 0% sobre utilidades reinvertidas en investigación y desarrollo: Esto incentiva la innovación y la creación de valor agregado.
- Una única licencia digital de operación de negocios: Que permita navegar y calcular automáticamente todos los requisitos de operar en Costa Rica. Sin tener que adivinar qué se requiere pagar, qué requisitos faltan o qué papeles entregar a quién y cuándo.
- Eliminar trabas para contratar personas legalmente: En especial temprano en su vida profesional, eliminando absurdos que sólo funcionan en el papel.
El conformismo nos ha llevado a una deuda pública desbordada, una burocracia e inercia sin sentido, y un sector privado asfixiado. Es hora de tomar decisiones valientes y trabajar hacia un futuro donde el emprendimiento y la innovación sean los motores del crecimiento económico y el bienestar social. Si quien llega al poder no busca llevar a Costa Rica a su mejor versión, es mejor que dé paso a quien sí busque eso.