El alto salario mínimo de Costa Rica

Publicado originalmente en Semanario Universidad.


Hace unas semanas Pilar Cisneros dijo que el salario mínimo en Costa Rica es muy alto. Eso le costó insultos y polémica, pero, más allá del ruido, el tema merece un análisis real de parte de la ciudadanía, ya que se ha mantenido en el reino de la ideología y los sentimientos.

La frase que Pilar expresó es factual aunque incómoda, especialmente porque un salario mínimo alto no necesariamente implica que la gente viva bien o con dignidad, porque si tomamos en cuenta el costo de vida de Costa Rica que es alto (según estudios como el Big Mac Index) nos da un poder adquisitivo “regular”.

¿A quién afecta realmente un salario mínimo alto?

Un salario mínimo alto o descalibrado de la realidad del país sí afecta a ciertas industrias y causa desempleo (según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, OCDE). Esto se da cuando el costo de contratar una persona es más alto de lo que se puede pagar, esté o no de acuerdo el trabajador a aceptarlo, por lo que los empleos formales no nacen, mueren o se van a la informalidad. Hay que reconocer que 40% de los empleos en Costa Rica están en el mercado informal, lejos de la seguridad social y beneficios de ley.

Sin embargo, las industrias que tienden a verse más afectadas por esta situación son las que dependen de trabajadores de mano de obra poco calificada que no necesariamente son el tipo de empresas que históricamente se traen a Costa Rica a través de la IED (Inversión Extranjera Directa). Es decir, son las del régimen definitivo (todas las que no están en zona franca), esas que ya están ahogadas en trámites y altos costos operativos impuestos por el Estado. Estas representan la mitad de empleo y 97,5% de las empresas del país.

Ahí hay un desfase en el discurso de Pilar, aunque se podría tratar de conectar ambas cosas justificando que alrededor de una actividad productiva altamente sofisticada sí se requiere cierta mano de obra poco calificada (guardas, limpieza, etc.), eso sería estirar mucho el argumento.

Régimen definitivo y empleo

Siguiendo esa línea de pensamiento, si uno tratara de conectar el hecho expresado por Pilar con la realidad de la IED en Costa Rica, se podría pensar que tal vez Costa Rica está intentando una estrategia de atracción de empresas que busquen un mercado de mano de obra de bajo costo. Lo cual podría tener sentido dado que según datos de la OCDE se puede inferir que aproximadamente 55% de la fuerza laboral no tiene secundaria, lo cual implica que un porcentaje importante de esa población se puede clasificar como mano de obra poco calificada.

Esta realidad país nos debe llevar a reconocer que este no es un tema blanco y negro, y que si una política pública puede estar dañando a las personas, su efectividad e impacto se deben evaluar lejos de los sentimientos personales o intuiciones (que usualmente no son la mejor forma de tomar las decisiones). Debemos estar abiertos a los datos y al análisis técnico, y si las evidencias y estudios así lo sugieren, reconocer que contrario a ser una protección ante la precarización laboral, más bien puede ser una de las causas.

El índice de Kaitz

La OCDE y la Organización Internacional del Trabajo (OIT) tienen una forma de aproximarse a la respuesta con el índice Kaitz. El índice se calcula dividiendo el salario mínimo por la mediana de salarios de trabajadores a tiempo completo. Un resultado por debajo del 50% significa que afecta poco a los trabajadores (es más protectivo que destructivo de empleo), entre 50% y 60% es una zona de cuidado ya que empieza a afectarles y más de 60% tiene efectos adversos.

La OCDE calcula el índice Kaitz de Costa Rica en ~87%, es decir, podría ser sensato pensar que el salario mínimo sí podría afectar a los trabajadores de mano de obra poco calificada e influenciar en parte la alta informalidad.

Otros grandes factores

La productividad, altas cargas sociales, tramitología, altos costos de operación y demás son factores que influencian fundamentalmente la informalidad, por esto, el salario mínimo no es lo único que se debe evaluar. Por ejemplo, algunos países tienen un salario mínimo relativamente alto, pero su productividad es mucho mayor. Esa brecha en conjunto con el costo de vida, vuelven más complicado evaluar todo este tema.

Más técnica, menos ideología

El punto central aquí es que viendo la complejidad e impacto que este tema tiene, tratarlo de manera ideológica en lugar de técnica, con insultos y descalificaciones o de manera descuidada conectando con temas que no necesariamente están conectados (IED con salarios mínimos altos) nos aleja de conversaciones sustantivas que podrían estar afectando a quienes se supone buscan proteger.

Una vez que se quite el tema ideológico de la conversación, se podría evaluar esa política y reconocer que no existe solo un camino, por ejemplo, muchos países europeos no tienen un salario mínimo por ley definido desde una oficina burocrática, en su lugar tienen convenios colectivos que en ciertos casos les da más flexibilidad y reflejan mejor la realidad de cada industria.